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Pedro Miguel-Clases de Filosofía y Ética

El Barroco.-

—Vayamos a sentarnos en el salón, querida alumna. ¿Qué hora es?
—Las cuatro.
—Hoy hablaremos del siglo XVII.
Entraron en el salón de techo abuhardillado, con la ventana en el mismo techo. Sofía se fijó en que Alberto había cambiado algunos objetos por otros. Había algunos que no estaban la última vez. En la mesa había una cajita con una pequeña colección de diferentes lentes. Junto a la cajita había un libro abierto. Era muy antiguo.
—¿Qué es eso? —preguntó Sofía.
—Es la primera edición del famoso libro de Descartes Discurso del Método, del año 1637. Es uno de mis tesoros más preciados.
—¿Y la cajita... ?
—... es una excelente colección de lentes, o cristales ópticos. Fueron pulidos por el filósofo holandés Spinoza hacia mediados del siglo XVII. Me ha costado una fortuna pero es uno de mis mas valiosos tesoros.
—Seguramente comprendería el valor del libro y de la cajita si supiera quienes fueron esos Spinoza y Descartes.
—Desde luego. Intentemos primero entrar un poco en la época en la que vivieron. Sentémonos.
Se sentaron igual que la última vez; Sofía en un gran sillón, y Alberto Knox en el sofá. Entre ellos se encontraba la mesa con el libro y la cajita. Al sentarse, Alberto se quitó la peluca y la puso sobre el escritorio.
—Vamos a hablar del siglo XVII, o de lo que solemos llamar época barroca.
—¿La época barroca? Qué nombre más raro, ¿no?
—La palabra "barroco" viene de otra que en realidad significa "perla irregular". Típicas del arte de la época barroca son las formas llenas de contrastes, a diferencia del arte renacentista, que era más sencillo y más armonioso. El siglo XVII se caracterizaba, en general, por una tensión entre contrastes irreconciliables. Por un lado, continuó el ambiente positivo y vitalista del Renacimiento, y por otro había muchos que buscaban el
extremo opuesto, con una vida de negación del mundo y de retiro religioso. Tanto en el arte como en la vida real nos encontramos con una vitalidad pomposa y ostentosa, al mismo tiempo que surgieron movimientos monásticos que daban la espalda al mundo.
—Así que castillos majestuosos y conventos escondidos.
—Pues sí, algo así.
Una de las consignas de la época barroca era la expresión latina "carpe diem", que significa "goza de este día". Otra expresión latina que se citaba frecuentemente en la misma época era el lema «memento mori», que significa «recuerda que vas a morir». En cuanto a la pintura, un mismo cuadro podía mostrar una vitalidad bastante grandilocuente, a la vez que abajo, en una esquina, aparecía un esqueleto pintado. En muchos contextos la época barroca estaba caracterizada por la vanidad y la cursilería. Pero muchos también se interesaron por el revés de la medalla, ocupándose de lo "efímero" de todas las cosas.
Es decir, que todo lo hermoso que nos rodea va a morir y desintegrarse.
—Pero es verdad. Yo me pongo triste cuando pienso en que nada dura.
—Entonces piensas exactamente igual que mucha gente en el siglo XVII. También políticamente el Barroco fue la época de los grandes contrastes. En primer lugar, Europa estaba traumatizada por las guerras. La peor de todas fue la Guerra de los Treinta Años, que arrasó el continente desde 1618 a 1648. Se trataba en realidad de toda una serie de guerras, especialmente perjudiciales para Alemania. Como consecuencia, en parte, de esta "guerra de los treinta años", Francia empezó a ser la potencia dominante en Europa.
—¿Por qué lucharon?
—En gran medida fue una lucha entre protestantes y católicos. Pero también se trataba de poder político
—Más o menos como en el Líbano.
—Por lo demás, el siglo XVII estaba caracterizado por grandes diferencias de clase. Seguramente habrás oído hablar de la nobleza francesa y de la corte de Versalles, pero no sé si habrás oído algo sobre la pobreza de la gente. Cualquier "despliegue de esplendor" supone un "despliegue de poder". Se ha dicho que la situación política de la época barroca puede compararse con el arte y la arquitectura de la época. Los edificios del barroco se caracterizaban por un sinfín de recovecos y recodos complicados, de la misma manera que la situación política se caracterizaba por alevosías e intrigas.
—¿No hubo un rey sueco que fue asesinado en un teatro?
—Estarás pensando en Gustavo III, que es un buen ejemplo de lo que estoy diciendo. Gustavo III no fue asesinado hasta 1792, pero bajo circunstancias bastante «barrocas».
Fue asesinado durante un gran baile de máscaras.
—Creía que había sido en un teatro.
—El gran baile de máscaras tuvo lugar en la ópera. La época barroca de Suecia duró hasta el asesinato de Gustavo III. El reinado de este rey se denomina "despotismo ilustrado", más o menos como bajo Luis XIV casi cien años antes; Gustavo III era un hombre muy vanidoso, amante de ceremonias afrancesadas y frases corteses. Cabe decir que también amaba el teatro...
—Lo que le causó la muerte.
—Pero el teatro fue en la época barroca algo más que una simple expresión artística. También fue el símbolo más importante de la época.
—¿Símbolo de qué?
—De la vida, Sofía. No sé cuantas veces durante el siglo XVII se dijo aquello de que "la vida es un teatro", pero te aseguro que fueron muchas. Precisamente en la época barroca nació el teatro moderno, con decorados y maquinaria escénica. Se representaba en escena una ilusión, para revelar después que esa actuación en el escenario sólo había sido una ilusión. De esa manera, el teatro se convirtió en una imagen de la vida humana en general, que podía hacer una representación despiadada de la mezquindad humana.
— ¿Shakespeare vivió en la época barroca?
—Escribió sus grandes obras alrededor de 1600, de modo que tenía un pie en el Renacimiento y otro en la época barroca. Pero ya en Shakespeare encontramos montones de frases sobre la vida como un teatro. ¿Quieres algunos ejemplos?
—Con mucho gusto.
—En la pieza Como gustéis dice:
Todo el mundo es una escena
sobre la cual los hombres y mujeres son
pequeños actores que vienen y van.
Un hombre ha de hacer muchos papeles en la vida.
Y en Macbeth dice:
Sombra ambulante es esta vida,
mísero actor que en el escenario se afana
y pavonea un momento y al cabo,
para siempre, calla su voz.
Relato de un idiota lleno de ruido y furia,
que nada significa.
—Muy pesimista, ¿no?
—Se interesaba por la brevedad de la vida. Puede que hayas oído la cita más famosa de todas las de Shakespeare.
—"Ser o no ser, ésa es la cuestión".
—Sí, eso lo dijo Hamlet. Un día andamos por el mundo, al día siguiente habremos desaparecido.
—Pues sí, empiezo a darme cuenta de eso.
—Cuando los poetas y escritores de la época barroca no comparaban la vida con un teatro, la comparaban entonces con un sueño. Shakespeare, por ejemplo, dijo: "Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está  rodeada de sueño...".
—Qué poético.
—El escritor español Calderón, que nació en 1600, escribió una obra de teatro que se llamaba La vida es sueño. En esa obra dice:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
—Tal vez tuviera razón. Hemos leído una obra en el instituto. Se llamaba Jeppe en la Montaña.
—Si, de Ludvig Holberg. Aquí en el norte de Europa fue una gran figura de la transición entre la época barroca y la Ilustración.
—Jeppe se durmió en una cuneta y luego se despertó en la cama del barón. Entonces pensó que simplemente había soñado que era un pobre campesino. Luego, cuando vuelve a dormirse le llevan de nuevo a la cuneta donde se vuelve a despertar. Entonces cree que ha soñado que ha dormido en la cama del barón.
—Holberg tomó prestado este motivo de Calderón, y Calderón lo había tomado prestado de los viejos cuentos árabes de Las mil y una noches. No obstante, comparar la vida con un sueño constituye un motivo que encontramos aún más atrás en la Historia, sobre todo en la India y en China. El viejo sabio chino Zhuangzi, por ejemplo dijo:
Una vez soñé que era una mariposa, y ahora ya no sé si soy Zhuangzi que soñó que era una mariposa, o si soy una mariposa que sueña que soy Zhuangzi.
—Al menos no se podía comprobar cuál era la verdad.
—En Noruega tuvimos un genuino poeta barroco que se llamaba Petter Dass. Vivió de 1647 a 1707. Por un lado quería describir la vida de aquí y ahora, y por otro lado subrayó que sólo Dios es eterno y constante:
Dios es Dios aunque todas las tierras estén desiertas.
Dios es Dios aunque todas las gentes estén muertas...
Pero en el mismo salmo también describió la naturaleza del norte de Noruega y hasta las especies de peces que allí se encuentran. Éstos son rasgos típicamente barrocos. Dentro del mismo texto se describe lo terrenal, lo de aquí, a la vez que lo celestial, lo del mas allá. Todo esto recuerda en cierto modo a la distinción que hacía Platón entre el mundo concreto de los sentidos v el mundo inalterable de las ideas.
—¿Y cómo era la filosofía?
—También la filosofía se caracterizaba por fuertes tensiones entre maneras de pensar completamente opuestas. Como ya hemos visto, algunos pensaban que la existencia era, en el fondo, de naturaleza espiritual. Ese punto de vista se llama idealismo. El punto de vista contrario se llama materialismo , por el que se entiende una filosofía que reduce todos los fenómenos de la naturaleza a magnitudes físicas concretas. También el materialismo tenía muchos defensores en el siglo XVII. El más importante de todos ellos quizás fuera el filósofo inglés Thomas Hobbes. Todos los fenómenos, también hombres y animales, están compuestos exclusivamente de partículas de materia, dijo Hobbes. Incluso la conciencia del ser humano, o su alma, se debe a los movimientos de partículas minúsculas en el cerebro.
—Entonces pensaba lo mismo que Demócrito mil años antes.
—Tanto el "idealismo", como el "materialismo" se repiten continuamente a través de la historia de la filosofía. Pero en pocas otras épocas las dos tendencias han estado tan presentes al mismo tiempo como en la barroca. El materialismo se nutría constantemente de las nuevas ciencias naturales. Newton señaló que las mismas leyes de los movimientos rigen en todo el universo. Pensaba que todos los cambios que se dan en la naturaleza, es decir en la Tierra y en el espacio, se deben a la ley de gravedad y a las leyes sobre los movimientos de los cuerpos. Significa que todo está dirigido por las mismas leyes inquebrantables o "mecánica". Por tanto, es en principio posible calcular cualquier cambio en la naturaleza con una exactitud matemática. De esa forma, Newton colocó las últimas piezas en lo que llamamos «visión mecánica del mundo».
—¿Se imaginó el mundo como una gran máquina?
—Exactamente. La palabra «mecánico» proviene de la palabra griega mechane, que significa máquina. Pero conviene tomar nota de que ni Hobbes ni Newton observaron ninguna contradicción entre la visión mecánica del mundo y la fe en Dios. No fue siempre así entre los materialistas de los siglos XVIII y XIX.
El médico y filósofo francés La Mettrie escribió a mediados del siglo XVIII un libro que se llamó L'Homme machine, que significa "El hombre máquina". De la misma manera que las piernas tienen músculos para andar, dijo, el cerebro tiene "músculos", para pensar. Más adelante, el matemático francés Laplace expresó un concepto extremadamente mecánico con el siguiente pensamiento: si una inteligencia hubiera conocido la situación
de todas las partículas de materia en un momento dado, "no habría nada inseguro, y tanto el futuro como el pasado estarían abiertos ante ella". Esta frase expresa la idea de que todo lo que ocurre está decidido de antemano. Lo que va a suceder "está en las cartas". Este concepto lo llamamos determinismo.
—Entonces el ser humano no puede tener libre albedrío.
—No, todo es producto de procesos mecánicos, también lo son nuestros pensamientos y nuestros sueños. En el siglo XIX, varios materialistas alemanes dijeron que los procesos del pensamiento se relacionan con el cerebro como la orina con los
riñones y la bilis con el hígado.
—Pero tanto la orina como la bilis son algo material. El pensamiento no lo es.
—Estás tocando un punto muy importante. Puedo contarte una historia que expresa lo mismo. Érase una vez un astronauta y un neurólogo rusos que discutían sobre religión. El neurólogo era cristiano, y el astronauta no. "He estado en el espacio muchas veces", se jactó el astronauta, "pero no he visto ni a Dios ni a los ángeles". "Y yo he operado muchos cerebros inteligentes, contestó el neurólogo, pero nunca he visto un solo pensamiento”.
—Eso no significa que no existan los pensamientos.
—Pero subraya que los pensamientos no son cosas que puedan operarse o dividirse en partes cada vez más pequeñas. No resulta, por ejemplo, muy fácil extirpar, mediante una operación, una idea errónea; por algo se ha metido tan adentro. Un importante filósofo del siglo XVII, llamado Leibniz señaló que la gran diferencia entre lo que está hecho de "materia" y lo que está hecho de "espíritu", precisamente es que lo material puede
dividirse en trozos cada vez más pequeños. Pero no se puede dividir un alma en dos.
—¿Pues qué cuchillo serviría para eso?
Alberto se limitó a mover la cabeza. Señaló la mesa y dijo:
—Los dos filósofos más importantes del siglo XVII fueron Descartes y Spinoza.
También ellos lucharon con cuestiones como la relación entre "alma" y "cuerpo". Vamos a estudiarlos un poco más detenidamente.
—Por mí puedes empezar, pero si no hemos acabado a las siete tendré que llamar por teléfono.

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